lunes, 18 de mayo de 2009


UN HOMBRE SANTO

Monseñor Gerardo Patiño es un humano de los que hay pocos. Estar ante su presencia es conocer a un hombre bueno, así no más. Así de sencillo y sincero es el asunto.

A Cáceres, en el magdalena medio antioqueño, peregrinan multitudes de a uno, cinco, cuarenta personas venidas de tantas geografías distintas a buscar algo que no encuentras en el paisaje, ni en las guías de turismo pero si en el testimonio de los habitantes del municipio: entre ellos vive un santo.

Vienen con la fe del que había perdido toda esperanza a encontrar una bendición que sane sus vidas rotas, su salud quebrantada, su destino perdido y encuentran un abrazo en Monseñor Patiño quien insiste que él no cura “la que sana es la fe y Jesucristo”. Él no piensa en la palabra milagro pero quienes están a su lado la viven todos los días. Monseñor viste como su dignidad: de blanco clerical y una mirada que transmite esa paz que no puedes evitar ni describir. 84 años tiene, 42 de sacerdocio (muchos de ellos aquí) y es la persona más importante que ha tenido en Cáceres su casa en los 433 años que suma el municipio, te cuenta cada vecino. Porque además de oraciones construyó puentes, capillas y barrios para pobres. No hablo en sentido figurado: Monseñor Patiño además es arquitecto. Muchos niños piensan que él fundó el pueblo. Y de alguna manera, luego de un rato aquí, te das cuenta que es cierto.

Dicen que le esperan los altares con el mismo honor que al beato Marianito. Novenas llevarán su nombre, no se sorprendan. Por ahora él ha hecho un cielo en esta tierra en medio del paisaje de paraíso que es este país adentro. Un hombre que ha hecho que este lugar exista en mapas distintos a los del olvido.

2 comentarios:

Miguel Angel Castellanos dijo...

Muchas gracias por enseñarnos gente asi. El sábado lo conocí por ustedes y casi puedo decir lo mismo que leo aqui.

Mario dijo...

Gracias por enseñarnos gente asi