Cuando en este país decimos víctimas, nos referimos a aquellos a quienes el rigor del conflicto armado, les ha arrebatado la tranquilidad, la vida, la tierra, su alma, el goce de sus derechos como ciudadano. Un dolor que no tiene vuelta atrás, porque ni siquiera la reparación, si es que la hay, devuelve lo perdido y donde, tal vez la verdad, sea el principio de una reconciliación con la vida, una recuperación de la conciencia de sí para despertar de las pesadillas del horror.
En Colombia hay víctimas de todas las clases y condiciones, porque éste es un asunto que no distingue entre unos y otros, a todos nos ha tocado de alguna forma, así que cuando te hablen de víctimas, te están hablando de tí mismo, de un algo que no tiene ajenos, ni le faltan rostros o nombres y así lo ha demostrado la población en su conjunto con las marchas multitudinarias contra el secuestro y contra todos los grupos al margen de ley e, incluso, contra los crímenes cometidos por el Estado; así que estamos cerca, muy cerca de las víctimas. Imagen tomada de: www.nuevoarcoiris.org.co
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